- febrero 26, 2021
- Posted by: soporte
- Categoría: National
Uno de cada tres compradores usó el canal online para hacer compras por primera vez, además crecieron 44% las órdenes de compras.
La pandemia de coronavirus cambió la vida de millones de personas en todo el mundo, incluyendo en el área comercial y de consumo.
En el caso de los ecuatorianos hubo incremento exponencial en el consumo a través de medios digitales, llegando a representar 2.300 millones de dólares, 700 más que en 2019.
De acuerdo con la Cámara Ecuatoriana de Comercio Electrónico (CECE), “con la presencia de la pandemia en el país, muchos se vieron forzadas a realizar sus compras habituales a través de transacciones electrónicas; para algunos esto significaba una nueva experiencia, mientras que para otros se tradujo como el incremento de una conducta previamente adquirida”.
Uno de cada tres compradores usó el canal online para hacer compras por primera vez, además crecieron 44% las órdenes de compras por esta vía, en comparación al 2019.
La CECE indica que no solo Ecuador, sino en toda la región el negocio creció lo que hubiera tomado cinco años, principalmente en alimentos e higiene, computación, electrodomésticos, moda y belleza, educación, pagos online, juegos online, comida para mascotas, delivery y telefonía celular.
Cambian la forma de comprar
Es tal el cambio que el e-commerce pasó de ser el 7,4% del comercio minorista al 15%.
La empresa Spoonity, dedicada a programas de fidelización digital, menciona que el cliente se acostumbró a pedir en línea y por la necesidad generada por la pandemia se implementaron sistemas para vender online, sobre todo en las empresas tipo retail, de las cuales pocas contaban con canales especializados.
También se sabe que este consumidor digital está integrado un 61% por mujeres y 39% hombres. “Mientras que el segmento de edad de mayor consumo fue de 26 a 45 años (jóvenes profesionales con poder adquisitivo y acostumbrados a utilizar la tecnología). Solo un 0.38% corresponde a mayores de 65 años, lo cual también refleja un cambio en el estilo de vida de este grupo”, explica la firma, que añade que las empresas que tenían programas digitales de fidelización lograron que el 70% de sus miembros los siga prefiriendo y dupliquen sus consumos.
Además muchas personas se han acostumbrado más a la entrega a domicilio (delivery) ante los riesgos que tenía la exposición al salir a comprar.
Pagos, algo importante
Uno de los cambios más importantes es el crecimiento de la confianza hacia los pagos online en el país.
Muchos negocios, desde los grandes hasta los pequeños, tuvieron que implementar o actualizad sus aplicaciones móviles, página web y el uso de plataformas especializadas de pago para dar cabida a las solicitudes de transacciones.
Justo tomando en cuenta la confianza creciente en los pagos online la plataforma Buco trata de organizar a diferentes grupos de comercios, de espacios público y privados, para crear una especie de cooperativa que permita compartir los gastos de todas las necesidades tecnológicas para vender los productos.
Comercio digital cooperativo
Andrés Morán, experto en virtualización de estrategias y plataformas digitales y uno de los creadores de Buco, indica que esta iniciativa es una forma de aplicabilidad metodológica del comercio digital cooperativo que busca el desarrollo de negocios impulsando la cooperación entre comercios.
Cuenta que ganaron un premio en Argentina en 2018 con el proyecto Ayapar, y acá en Ecuador ya están implementando la primera fase de Buco para el Gobierno Provincial de Manabí (Prefectura) y otras sorpresas que se podrían dar en la ciudad de Quito.
“Esta metodología parte desde un análisis simple de costos. Los precios de implementación para una plataforma comercial o gubernamental de e-commerce o para una tienda o supermercado grande son exactamente los mismos. Lo único que cambia es el tamaño del inventario en función del hospedaje o hosting que se le asigne, que en este caso es el peso de la información en la página web en línea. Esa es la única diferencia a nivel técnico y basados en ese principio apelamos a la asociatividad”, dice Morán.
Añade que en el caso de haber una red de negocios con diferentes puntos en una ciudad -por ejemplo, todos los mercados de Quito- se puede usar la georeferencia para que el pedido se haga al punto (mercado) más cercano al cliente. Aunque también podría estar la opción de escoger la zona, por si alguien quiere hacer una compra desde el exterior, pero que se entrega en la ciudad ecuatoriana.
Para Morán esto se puede usar tanto en mercados de ciudad, como centros comerciales o asociaciones de productos en lo rural, incluso puede eliminar intermediarios y bajar los precios.
El proceso de compra sería escoger el negocio y/o los productos y proceder al pago, el cuál se podría realizar en una plataforma de pago a través de encriptación bancaria con las diferentes entidades del sector.
“Los medios de pago (online) son totalmente fiables en Ecuador”, dice Morán, quien hace un llamado al sector público a pensar este tipo de opciones para poder reactivar los comercios, evitando así la interacción que podría ocasionar contagios.
Agrega que las tarifas por el servicio van a depender de la temática conceptual. Pone de ejemplo que si la red de mercados de Quito, que agrupa alrededor de 35 mil comerciantes, más o menos debería pagar cada comerciante entre 5 y 10 dólares al año.
Desafíos del sector
Este año el desafío para el e-commerce será la fidelización digital, potenciar las ventas online con los canales adecuados.
Hacer atractivo este tipo de transacción y diferenciarse de las ventas en puntos físicos, así como seguir mejorando las entregas.
En lo más avanzado, implementar las herramientas necesarias para optimizar los procesos, estrategias de suscripción y compra automatizada de productos recurrentes.
También, según la CECE, estaría ofertar más educación en línea, fortalecer la relación público-privado, mejorar el alcance de la bancarización para que siga aumentando la confianza y se genere un ecosistema de formalidad.
Para todo esto, obviamente, se deberá mejorar el acceso que la población tiene a la tecnología, desde dispositivos hasta incrementar el ancho de banda, algo que también se aprovecharía para la teleeducación y el teletrabajo.